¿Regresar al mundo? ¿Salir al mundo? Por supuesto estas ideas son terriblemente simbólicas en estos momentos, y nos abren una cantidad enorme de preguntas: ¿regresar a la normalidad? ¿Es eso posible? ¿Existe la normalidad? Estas son solo algunas de las que me saltan, que aparecen en las noches de insomnio, brillando en la oscuridad. No lo sé. Vivimos tiempos de incertidumbre en los que las respuestas no son fáciles. Tiempos en los que nuestro orden de ideas, de conceptos tal vez ya no nos alcanzan para descifrar todos los cambios que estamos viviendo.  Y entonces, ¿qué lugar puede ocupar la lectura en este mundo, en este regreso a la normalidad? Para mí, sin duda, la lectura es un asidero, es un muelle, un faro. Es mi lugar para viajar. Pero, sobre todo, es el lugar para dialogar y conocer más sobre el mundo, antiguo y contemporáneo. Desde luego la lectura me ha acompañado en estos últimos días, aunque he de confesar acá que he leído menos. Supongo que el miedo, la incertidumbre, las dudas sobre el presente y el futuro también afectaron mi capacidad de concentración. Aunque al final, en los últimos días, he logrado organizar mis horarios. Así que les comparto tres lecturas que hice en estos días, que me parecen buenas lecturas para salir poco a poco al mundo real.

Liquidación Final. Petro Márkaris. Tusquets.

Novela publicada en español en el 2013 y que forma parte de la colección sobre el comisario Kostas Jaritos, policía de la ciudad de Atenas, de la que su creador, el escritor, guionista y dramaturgo Petro Márkaris (Estambul, 1937) ha escrito ya más de trece títulos. De hecho, Liquidación Final es una novela que se encuentra justo a la mitad del proceso de creación de un personaje, que llevó a su creador a la fama dentro de la literatura policiaca. Sin embargo, esta serie de novelas no solo nos habla de crímenes o del bajo mundo de una ciudad que, como Atenas, es un epicentro cultural y comercial en el Mediterráneo oriental. La colección del comisario Kostas Jaritos logra trasladarnos a un mundo que se desmorona, a un país que parece hundirse en sus muchas crisis.

La visión desencantada del Comisario Jaritos nos da cuenta de un país que se encuentra sumido, desde hace ya varios años, en una profunda crisis económica provocada por una multiplicidad de factores, entre los que se pueden destacar la corrupción de las clases políticas y empresariales, que saquearon las arcas del Estado con prácticas como oscuros préstamos para empresas de amigos o familiares, o la de utilizar empresas off shore para no pagar los impuestos, sobre todo por parte de las élites económicas del país, o la solicitud de préstamos del Estado que jamás eran pagados. Todas estas prácticas fueron desangrando las arcas de Grecia, que dependían de las ayudas económicas que la Unión Europea le prestaba. Todo esto llevaron a una situación de desastre, en la que el Estado congeló todos los sueldos de los servidores públicos, mientras rebajaba o eliminaba las ayudas sociales. Muchas empresas quebraron o se fueron del país mientras la inflación hacía que los precios de muchos productos se fueran a los cielos. Todo esto en medio, además, de una crisis de migrantes provocada por las protestas de la llamada Primavera Árabe, y la represión provocada en países como Siria, Líbano, Egipto y Libia, que provocó una oleada de migrantes que puso en crisis los servicios de acogida de todos los países europeos. En este escenario, las protestas sociales en Grecia aumentaron, lo que generó la caída de varios gobiernos incapaces de controlar la situación. Podemos decir, a grandes rasgos, que este es el contexto en el que se desarrollan las novelas de Márkaris: un panorama de crisis, de desestabilización, de desaparición de las instituciones del Estado. Una situación de violencia que llegó a provocar el empoderamiento de un partido abiertamente fascista como era Amanecer Dorado, que impulsaba acciones de violencia abierta en contra de los migrantes. Aun hoy la situación en el centro de acogida de la isla de Lesbos es terrible, por decir lo menos.

En Liquidación Final nos adentramos en una Atenas tomada por las protestas y la violencia política, pero en donde los asesinatos han prácticamente desaparecido… hasta que aparece un asesino serial que envía cartas de advertencia a sus víctimas, en las que les incita a pagar sus cuentas con el fisco griego o de lo contrario serán asesinadas. Cuando las víctimas no lo hacen, aparecen muertos en sitios arqueológicos con una inyección de cicuta. Sí, el mismo veneno con el que se suicidó el mismo Sócrates después de ser condenado por “corromper” a la juventud con sus ideas. Estas implicaciones simbólicas al pasado griego, a la corrección y a la lucha contra la corrupción, convierten al asesino de Liquidación Final en un héroe para muchos ciudadanos griegos. Es decir, Jaritos tendrá que buscar y castigar a un hombre que en realidad persigue la limpieza de las instituciones y de la vida cívica del país. Algo nada fácil de asumir, sin duda.

Nos enfrentamos a una novela que nos contextualiza perfectamente la vida en un país en crisis permanente.

Estoico y Frugal. Pedro Juan Gutiérrez. Anagrama

De la soleada y azorada Arcadia volamos en un santiamén a la aún más soleada Cuba, la bella Cuba. Aunque no necesariamente. Porque Estoico y Frugal del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, 1950) no sucede con exactitud en Cuba, si bien tiene toda la cadencia, todo el ritmo que corren por las venas de este escritor, que ha sido señalado de ser un animal tropical. Antes que nada, me declaró admirador de este escritor intenso y crudo, por muchos considerado como un Bukowski habanero. Yo no lo creo así, pues Gutiérrez tiene otras búsquedas literarias, estéticas y sobre todo anímicas. Es cierto que por sus cuentos y por sus novelas corren litros de ron y hay muchos intercambios de fluidos corporales. Sin duda. Pero también existen muchas preguntas sobre el hecho de ser escritor y del acto de la escritura como acto estético, artístico. O, por lo menos, lo hay en Estoico y Frugal, novela publicada por Anagrama. En este libro el autor nos cuenta, siempre en primera persona, parte de su vida posterior a convertirse en un escritor famoso. Un Pedro Juan de 48 años viaja a Madrid, en donde se instala para una serie de presentaciones y entrevistas por su Trilogía Sucia de La Habana, centrada ésta en la dura y accidentada vida de un experiodista que se ha cansado de hablar bien del régimen político, se ha divorciado y se ha instalado en un cuarto de azotea de un edificio que se cae a pedazos del Centro Habana. Desde España, y después de unos viajes por la Península, el Pedro Juan escritor se trasladará a Alemania a presentar la novela y a encontrarse con viejos amigos alemanes y cubanos, cuya vida es muy diferente a la que llevaron a cuando vivían en la Isla. De ahí, el escritor se trasladará con una amiga, con quien se lleva muy bien a pesar de las serias diferencias estéticas y vitales que tienen, a un departamento en Roma. Un periplo que le permitirá al autor contarnos parte de su vida antes de volverse famoso y antes de escribir La Trilogía. Este alejamiento le permitirá al escritor contarnos lo profundamente doloroso que fue escribir esos libros, en medio de lo que en la historia cubana se conoció como El Periodo Especial. Un momento en donde todo se desmoronaba menos el régimen que seguía omnipresente, mientras la población tenía terribles dificultades para sobrevivir día a día.

Estoico y Frugal es un libro que nos permite conocer un lado menos oscuro, menos intenso, más estoico de la vida de este autor, cuyas peripecias rimbombantes siempre nos dan cuentan de una visión desencantada del ser humano.

Amantes de Cartón. Víctor H. Ortega. Vísceras Editorial

Leer poesía es entregarnos a un torrente de pensamiento, navegar en el curso de una voz. Dejarse ir. Escapar. Y encontrarte con una voz que te llevará a recorrer visiones que te interpelan directamente. Leer poesía es, en muchas ocasiones, encontrarte frente a tus fantasmas, tus ideas, tus recuerdos. Leer poesía es, de muchas maneras, encontrarte en la voz del otro. Leer poesía es un acto de reconocimiento.

Pienso esto después de leer el más reciente libro del poeta y cuentista chileno Víctor Hugo Ortega, de quien he leído el libro de cuentos Elogio del Maracanazo, publicado en México por la editorial Librosampleados, y los libros de poesía Latinos del Sur y Amantes de cartón, publicado en Chile, en formato cartonero, por Vísceras Editorial:

El ojo de Santiago

mira con indiferencia

contaminada

el romance de los amantes

contaminado

por los altos índices

de desamor.

“El ojo de Santiago” es el poema con el que abre este libro de poesía, en el que recorreremos, justamente, las calles, la música, el sabor, los ruidos, los viajes de la ciudad de Santiago. Nos perderemos, gracias a los versos cortos, medidos, justos, del poeta avecindado en Malloco, población cercana, pero probablemente más relajada que la capital chilena.

Es ahí en donde nos encontramos uno de los primeros rasgos a destacar de este libro: su suavidad, la tranquilidad de sus versos, quienes no corren al ritmo vertiginoso de la gran metrópoli, pero atrapan sus singularidades, juegan con ella, atraviesan el ímpetu, la locura, con una visión moderada que busca llevarnos por una historia que es la ciudad, pero al mismo tiempo, es su opuesto.

Los amantes de Cartón del título del libro viven en una ciudad de cartón, en un país de cartón, en una realidad de cartón. Son endebles, como el cartón, pero al mismo tiempo son resistentes, sufren, soportan con pundonor los cambios de clima, de velocidades, en fin, el maltrato propio de la vida agitada de una gran urbe. No importa que esta gran ciudad también sea de cartón.

Lentitud, capacidad de separación, de observación, frente a una realidad que se nos presenta imponente, frustrante, pero que es tan endeble como como nosotros mismos: somos cartón, papel, árbol, materia orgánica que se deshace con la lluvia, parece decirnos el autor, y habitamos una realidad tan endeble, tan cambiante, tan débil como el mismo cartón del que estamos hechos. Sin embargo, esta realidad así tan endeble es al mismo tiempo agobiante, brutal, frustrante.

De eso nos hablan un poco los poemas de Amantes de cartón; de la frustración, de la tristeza, de la ansiedad, de nuestra incapacidad para vencer todos los obstáculos que se nos interponen en el camino.

Amantes de Cartón es así un libro sobre la vida cotidiana, sobre el amor, sobre la pérdida del amor, pero contada desde una cercanía irónica. Y es este humor fino, distante, el que nos permite deambular junto a los personajes, enamorarnos de sus pequeños defectos, entender sus frustraciones y recorrer con ellos las largas distancias que parecen poblar la vida cotidiana de Santiago.

Un libro que nos lleva a discurrir en otro ritmo. Un ritmo más sosegado. Un libro que, sin duda, nos hace falta en estos momentos de intensidad y de incertidumbre.