Hoy cumplo un mes desempleada y debo admitir que ese término me molesta, denota que una no es útil para generar y producir riqueza, ajena por supuesto. Sobre todo cuando haces números y te das cuenta de la disparidad entre la condición económica del patrón y la del trabajador, de que cuando te liquidan, ya sea de acuerdo a la ley o por un acuerdo, eso no equivale ni al 3% de lo que generaste. Y sí, como proclamó aquel obrero en la manifestación de los fifís: “los obreros movemos a México”.
En este momento no me urge conseguir trabajo nuevo, para poder seguir a resguardo, cuidarme a mí y a los míos, no tengo hijos y eso me lo permite, no tengo deudas mayores sólo corrientes, no pago renta, tengo que comer gracias al apoyo familiar, al salario de mí madre, a la pensión de mis abuelos, pero si ninguna de estas condiciones se cumpliera, ¿qué pasaría?
No dejo de pensar en todos los millones que no son favorecidos como yo, que lo que generan hoy es para pasar el día en un verdadero acto de supervivencia, si bien muchas de las decisiones personales repercuten en el bien o el mal vivir resultante, el hecho de vivir en un sistema como éste, en el que como objetos de explotación, nuestra única o al menos más alta valía es consumir ya de por sí nos condiciona y transtorna los valores y objetivos del ser.
Pero bueno, como todo en la vida ya llegará el momento de empezar a generar, el panorama se ve sombrío con alrededor de 12 millones de personas buscando empleo, pero seguiremos insistiendo y resistiendo en esta trinchera-cuna en la que nos tocó nacer.