Islas resonantes es una serie radiofónica dedicada a reflexionar acerca del universo sonoro a partir de un enfoque multidisciplinario, este 1 de octubre inicia su segunda temporada y tuvimos la oportunidad de platicar con su conductora Cinthya García Leyva.

Edgar Rivas- De un tiempo para acá la práctica de la escucha ha sido atendida o ha cobrado notoriedad por diversas instituciones y artistas, ¿a qué fenómenos atribuyes este interés?

Cinthya García Leyva.- Esta es una pregunta que me hago frecuentemente y hago muchas veces también a lxs entrevistadxs en el programa. Las respuestas son múltiples, y quizás se completan entre sí; pareciera que hay una atención tanto en México como en el resto del mundo cada vez mayor a los fenómenos de la escucha como un espacio posible de acción en donde convergen muchas preguntas que se hacen diversas disciplinas: la pregunta por los cuerpos, las tecnologías, las múltiples materialidades en convergencia; pero también la posibilidad de pensar críticamente el mundo más allá de la “certeza” de la imagen. El sonido y la escucha permiten hoy, luego de hablar incluso de un “giro” de lo sonoro, discusiones sobre las otras percepciones del mundo, la desjerarquización de categorías de conocimiento (porque su eje es muchas veces la ambigüedad) y la participación activa del oyente en las discusiones sobre los espacios que ocupa y que hace sonar. Es interesante notar cómo muchos ejercicios de reformulación de discursos (desde ciertas prácticas feministas, por ejemplo, hasta las que tienen que ver con ejercicios de poder sobre las voces que hablan y las que son silenciadas) encuentran en el sonido y su escucha un lugar desde donde la crítica puede hacerse en un espacio, pareciera, más equilibrado, menos atravesado por estructuras fijas y ya ––quisiera pensarlo así al menos–– en, urgentemente, cambio. En términos artísticos, se dedican cada vez más ejercicios curatoriales entorno al sonido (piénsese por ejemplo en la exposición Modos de oír, de reciente exhibición en la CDMX, las actuales exposiciones sobre sonido en Cuernavaca, Querétaro, Aguascalientes…, o la cada vez más fluida aparición de plataformas radiofónicas dedicadas al sonido, manejadas por perfiles no necesariamente de trayectoria musical o sonora); en términos académicos, la escucha se vuelve también un lugar desde dónde hacer crítica del lenguaje, de la historia de las tecnologías, de la filosofía… Así que a mi parecer la escucha comienza a pensarse cada vez más como tarea y tema de disciplinas no necesariamente vinculadas únicamente a lo musical, y los resultados pueden ser fascinantes.

ER.- ¿Cómo nace la idea de Islas resonantes?

CGL.- Había tenido la oportunidad de coordinar con Oscar Peralta y el equipo de Radio UNAM una breve serie de entrevistas a investigadores y artistas que trabajan con la voz, en el marco del programa artístico-académico PoéticaSonora, en el que participé activamente durante dos años. Hacer radio me gustó mucho, y las posibilidades de pensar lo radiofónico hoy, también. Luego de algunos meses, y un poco también por los temas de la investigación de mi doctorado, comencé a formular esta idea de tener un programa que me permitiera hacer una curaduría musical, una de mis actividades favoritas, pero que fuera más allá de eso: contar con voces, esta vez de todos los ámbitos posibles, que pudieran pensar su práctica desde lo sonoro, y fue un poco por allí. Fuimos afinando la idea, haciendo lista de temas e invitados posibles, e hicimos la propuesta a Radio, que afortunadamente aceptó. Islas Resonantes cubría un tipo de programación musical y radiofónica que encontramos poco en la oferta en nuestro país, pues se encarga de atender fenómenos sonoros vinculados con experimentación, arte sonoro, paisaje, documentación, y juega también con el formato de entrevista. Hicimos una primera temporada con 26 programas al aire, en la que tuvimos a invitadas e invitados como Salomé Voegelin, Félix Blume, Kevin Bartoli, Verónica Bujeiro, Carlos Amorales, Bárbara Perea, Tania Aedo, José Franco, Jorge Volpi, Elena Mucciarelli, entre muchos otros, y ahora vamos por la segunda temporada, para la que hemos doblado la duración, para poder escuchar mejor tanto esas voces invitadas como la programación musical que las acompaña o cobija. El título, que ha interesado mucho, está tomado de una pieza de una de mis compositoras favoritas, Éliane Radigue, cuya música ha aparecido varias veces en la serie y cuyo espíritu experimental sobre el sonido y las formas de escucha abiertas representan mucho de lo que queremos decir-hacer sonar aquí.

https://www.youtube.com/watch?v=1RrsiGmLp_E

ER.- Revisando la primera temporada de Islas resonantes vemos que es un crisol bastante amplio del sonido y sus relaciones, ¿cómo se dio la selección de los temas?

CGL.- ¡Sí! Hicimos una lista preliminar de temas y en paralelo una lista preliminar de posibles voces invitadas. Fuimos lanzando estas invitaciones pensando en lo que podría cada una decir a partir de su trabajo, que van desde especialistas en sonido, pero también en artes visuales, gestión cultural, teatro, cine, literatura, astrofísica, historia del arte, historia de la ciencia… Hemos complementado los temas no nada más con entrevistas, sino también con sesiones sonoras, en las que el o la invitada nos preparan un ‘mix’ dependiendo del tema elegido. La idea es ampliar lo más posible lo que entendemos por sonido, y sobre todo, como lo dice el subtítulo del programa, cómo podemos pensar el mundo a través del sonido. En la primera temporada tuvimos temas como Sonido y especulación, Sonido y locura, Sonido y voz, Sonido y poder, Sonido e invisibilidad, Sonido y paisaje, Sonido y choque, Sonido y vibración, Sonido y amor… A veces son temas muy abstractos, pero eso permite también una tarea interesante a la hora de elegir la música o las piezas sonoras que se describen en cada sesión.

ER.- En esta segunda temporada, ¿qué vamos a escuchar?

CGL.- Buscaremos seguir ampliando las nociones sobre lo sonoro, la escucha, los cuerpos que participan en ella y sus materiales y tecnologías. Tendremos temas, por ejemplo, de sonido y exploración (búsqueda), sonido y fisicalidad, sonido y territorio, sonido y fonografía, sonido y encantamiento…

ER.- ¿cómo entiendes tú el sonido en tu práctica artística y académica?

CGL.- El sonido atraviesa prácticamente toda mi actividad en los últimos años. Desde mi práctica en la gestión cultural, en donde para el Programa ACT y la Cátedra Max Aub, ambos dedicados a pensar las relaciones interdisciplinarias, el sonido es fundamental para el trabajo de reflexión académica y artística sobre lo que significan los cruces de lenguajes, hasta para mi práctica en las artes sonoras, mucho menos frecuente pero aun latente, donde ejecuto piezas casi siempre de improvisación con distintos objetos y en distintas colaboraciones con otros músicos. El eje de lo académico, desde donde trabajo con sonido en su dimensión política (actualmente estudio temas de destrucción, censura y borramiento en prácticas texto-sonoras contemporáneas), me ha permitido quizá de manera inesperada ir alejando mi interés en lo musical y centrarme cada vez en lo sonoro como fenómeno político, agencial, histórico, material. Temas de resonancia y vibración, por ejemplo, tan implícitos en los estudios críticos sobre el sonido, permiten pensar en analogía otras relaciones entre cuerpos, escuchas y sistemas. La fluidez, la constelación, la simultaneidad, el montaje, el silencio… Son todos temas fascinantes tanto para estudiarlos musicalmente como extramusicalmente. Es un buen momento para hacerlo, para ganar espacios de acción que, aunque invisibles, son potentes. O quizá lo son justamente por eso, porque se han atendido menos al no poder ser tocados, y creo que guardan mucho por decir.

Para escuchar “Islas resonantes”: http://www.radiopodcast.unam.mx/podcast/verserie/319#